Jamás he estado en las Pribilof, esas islas del Mar de Bering hacia las que ponían proa en la maravillosa película El Mundo en sus Manos de Raoul Walsh. De momento me he quedado en la Alaska continental. Pero esa frase exclamada al frío viento del océano en el celuloide de 1952 siempre me ha sugerido las aventuras y emociones que, de alguna manera, intento encontrar en mis viajes.

miércoles, 18 de enero de 2012

ALPINISMO HEXAGONAL: CORREDOR NORTE A LA PUNTA ESCARRA



A veces los inviernos no son lo que parecen. O parecen lo que no deberían ser. Enero sin nieves, ni hielos, ni fríos, no es enero. Algo anda torcido en los aires y en las nubes, en la salud del planeta que anda con fiebre y el termómetro en la boca. Los Pirineos al estrenar el año parecen los de comienzos del verano, más roca que blanco, más marrón que nieve. Y no se le conoce fecha de caducidad. El anticiclón atroz lleva semanas sentado a sus anchas sobre Francia y Bretaña la Grande y no hay manera de hacerle levantar. Esperemos que cambie de opinión pronto y plante sus reales por otras latitudes porque esto puede acabar mal.



Aún así el deseo animal es más fuerte que el intelectual y siempre se puede encontrar un pan para hacer unas tortas. Y buscando se encuentra, en el último un rincón de la canal de Izas, oculto por las sombras de los hierros y gritos de colores de las pistas de Formigal, con la inclinación y anchura justa para lucir buenas condiciones y dejar de piedra los largos de cuerda superiores a la cima. El corredor norte de la Punta Escarra se deja subir entre paredes de roca roja y resaltes descubiertos que convierten la línea recta en ondulada, tensando los gemelos en algunos tramos y ofreciendo una hermosa salida en puntas de crampones.  Al otro lado  el sol ilumina el ibón de Ip con su Pala poderosa y las faldas de encaje de la Collarada. La muralla puntiaguda se alza a la izquierda pero el sol desciende demasiado deprisa como para enredarse entre cuerdas. La luz huye y es mejor destrepar con cuidado la huella dura de subida que nos castiga cara a la pared mientras los minutos vuelan.


De regreso en el collado de Izas nos atrapa la noche que nos arroja millones de estrellas sobre la cabeza, varias constelaciones y el sobrecogedor hexágono de invierno. Rigel, Sirio, Procyon, Cástor-Pollux, Capella y Aldebarán encerrando en su poliedro plateado la figura imponente del arquero y cazador nocturno. El día incompleto a cuatro largos de la cumbre y del humor entrecortado se transforma en noche rotunda, matemática, infinita, que todo lo cura.

Debajo de una Andrómeda tímida junto a la W de Cassiopea, un punto difuso a simple vista esconde la espiral hermana y devoradora de la galaxia gemela.

(Pirineos, 14 de enero de 2012)



(c) Copyright del texto y de mis fotos: Joaquín Moncó