A veces los inviernos no son lo que parecen. O parecen lo que no deberían ser. Enero sin nieves, ni hielos, ni fríos, no es enero. Algo anda torcido en los aires y en las nubes, en la salud del planeta que anda con fiebre y el termómetro en la boca. Los Pirineos al estrenar el año parecen los de comienzos del verano, más roca que blanco, más marrón que nieve. Y no se le conoce fecha de caducidad. El anticiclón atroz lleva semanas sentado a sus anchas sobre Francia y Bretaña la Grande y no hay manera de hacerle levantar. Esperemos que cambie de opinión pronto y plante sus reales por otras latitudes porque esto puede acabar mal.
Aún así el deseo animal es más fuerte que el intelectual y siempre se puede encontrar un pan para hacer unas tortas. Y buscando se encuentra, en el último un rincón de la canal de Izas, oculto por las sombras de los hierros y gritos de colores de las pistas de Formigal, con la inclinación y anchura justa para lucir buenas condiciones y dejar de piedra los largos de cuerda superiores a la cima. El corredor norte de la Punta Escarra se deja subir entre paredes de roca roja y resaltes descubiertos que convierten la línea recta en ondulada, tensando los gemelos en algunos tramos y ofreciendo una hermosa salida en puntas de crampones. Al otro lado el sol ilumina el ibón de Ip con su Pala poderosa y las faldas de encaje de la Collarada. La muralla puntiaguda se alza a la izquierda pero el sol desciende demasiado deprisa como para enredarse entre cuerdas. La luz huye y es mejor destrepar con cuidado la huella dura de subida que nos castiga cara a la pared mientras los minutos vuelan.
De regreso en el collado de Izas nos atrapa la noche que nos arroja millones de estrellas sobre la cabeza, varias constelaciones y el sobrecogedor hexágono de invierno. Rigel, Sirio, Procyon, Cástor-Pollux, Capella y Aldebarán encerrando en su poliedro plateado la figura imponente del arquero y cazador nocturno. El día incompleto a cuatro largos de la cumbre y del humor entrecortado se transforma en noche rotunda, matemática, infinita, que todo lo cura.
Debajo de una Andrómeda tímida junto a la W de Cassiopea, un punto difuso a simple vista esconde la espiral hermana y devoradora de la galaxia gemela.
(Pirineos, 14 de enero de 2012)
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