Jamás he estado en las Pribilof, esas islas del Mar de Bering hacia las que ponían proa en la maravillosa película El Mundo en sus Manos de Raoul Walsh. De momento me he quedado en la Alaska continental. Pero esa frase exclamada al frío viento del océano en el celuloide de 1952 siempre me ha sugerido las aventuras y emociones que, de alguna manera, intento encontrar en mis viajes.

viernes, 15 de marzo de 2013

CATEDRALES (TORRES DEL TRANGO, PAKISTÁN)


Torres del Trango desde el Glaciar Baltoro

Desde el campamento en Paiju ya se llegaba a intuir su perfil sublime tras el telón de nubes que no cesaba de flotar sobre el Baltoro. Como faros en la niebla, como espectros colosales entre sombras, las torres de granito anunciaban su presencia en la distancia enmascaradas en velos de vapor.

La jornada siguiente, que nos debía llevar hasta el soberbio mirador de Urdukas, el sol fue venciendo progresivamente a las nubes y los rostros pétreos de los rascacielos naturales fueron mostrándose en todo su esplendor aunque sin dejar que las brumas se terminaran de desenredar del todo de sus cabezas.
 
Gran Torre del Trango y la Catedral

La Catedral saliendo de Paiju

Festoneadas de glaciares y de nieves eternas, las paredes verticales de las Torres del Trango se izaban de manera espectacular sobre el caos de escombros de las morrenas brillando a la luz de sol. La cúpula solemne de la inmensa Catedral, la masiva apariencia del Púlpito, la llama perfecta de la Torre Sin Nombre que atraía todas la miradas y, sobre todo, el semblante sobrecogedor de la Gran Torre con su fiera proa al viento. Gigantes soñolientos que contemplaban nuestro paso de hormigas desde las alturas con cierta condescendencia y algo de desprecio. 

Flanqueados por satélites de igual calibre como el Pico Paiju, el Uli Biaho, las Lobsang Spires o la Torre Muztag, conformaban una película en cinemascope que nos fue desfilando por la izquierda a medida que remontábamos el glaciar durante varios días sin permitirnos cerrar las bocas de asombro ni por un instante.

Y era sólo la antesala de lo que nos esperaba al llegar a Concordia.

(Glaciar de Baltoro, agosto de 2012)

Cumbres que escoltan el camino realizado hasta Urdukas

Casi tan alto como las torres

Torre Sin Nombre

El imponente perfil de la Gran Torre del Trango (6286 m)

Gran Torre del Trango por la mañana desde Urdukas

Uli Biaho, Gran Torre, Torre Sin Nombre y Catedral al atarceder desde Urdukas

(c) Copyright del texto y de las fotos: Joaquín Moncó

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