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Foro romano de noche |
La noche se desliza suavemente sobre las piedras, tapando con el borde de su manto la superficie pulida de las columnas. Serpentea indolente entre los fustes acanalados y los capiteles para correr embozada sobre tejados y pórticos. Los arcos triunfales abren sus puertas de par en par por donde se cuela inadvertida rozando con sus dedos negros los perfiles difusos de las figuras esculpidas. La noche reina sobre Roma y trae en su viento la espesa y profunda oscuridad de los siglos.
Los viejos dioses sepultos regresan ante la poderosa invocación que los reclama arrastrando sus sandalias por atrios, calzadas y fuentes. Desde los rincones umbrosos del Foro se alzan perfumes y melodías de antaño que van pulsando en el aire detenido del templo sones que creíamos dormidos en el tiempo desde que los bárbaros llegaron del norte y derribaron los ídolos de mármol. Desde el pozo de los años resucita el antiguo culto que enciende las luces en el cielo sólido. La noche guarda silencio. Los dioses han vuelto.
Júpiter incendia en el este su rayo fulminante mientras Venus, ardiendo poderosa, le muestra el camino de regreso. Marte estalla en fuego rojo al otro lado del cielo arrastrado por los caballos negros de su carro de guerra. Los dioses han vuelto. Las lámparas de aceite vuelven a encenderse en los templos, se queman resinas y se siembran las losas de pétalos blancos. Los dioses reinan de nuevo sobre la ciudad.
Roma y el Tíber duermen su noche milenaria ajena al baile divino en el cielo. Dentro de poco los dioses se habrán marchado dejando otra vez sólo el eco de su ausencia.
(Roma, conjunción planetaria en marzo de 2012)
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Venus y Júpiter sobre el Panteón |
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Sobre el Tíber y San Pedro |
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Sobre el Castel Sant'Angelo |
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Sobre el Templo de Vesta en el Foro Boario |
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Sobre el Teatro de Marcello |
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Sirio sobre el Templo de Saturno |
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Marte sobre el arco de Septimio Severo |
(c) Copyrigth del texto y de las fotos: Joaquín Moncó
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