Jamás he estado en las Pribilof, esas islas del Mar de Bering hacia las que ponían proa en la maravillosa película El Mundo en sus Manos de Raoul Walsh. De momento me he quedado en la Alaska continental. Pero esa frase exclamada al frío viento del océano en el celuloide de 1952 siempre me ha sugerido las aventuras y emociones que, de alguna manera, intento encontrar en mis viajes.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

DESHOLLINADORES: PALAS


Palas desde el ibón inferior de Arriel

El Palas (o Pallas, que se encuentra de ambas maneras) es el típico caso de montaña bella y elegante que por faltarle unos metros de nada y no alcanzar una cota en números redondos, en este caso 3000, es mucho menos visitada que otros vecinos que superan esa talla pero que carecen de tanto atractivo. Sin ir más lejos, el grandullón de al lado, el Balaitús, que con sus 3144 metros y el privilegio de ser el primer tresmil de la cadena pirenaica viniendo del oeste, se lleva casi todos los honores dejando en la sombra de sus altivas paredes a pirámides de ensueño como pueden ser el Palas, el Arriel o Llena de Cantal sobre el embalse de Respomuso.

Dos mil novecientos setenta y pico metros tienen la culpa de que su fama no sea más ancha y de que menos escaladores se encaramen a sus bastiones. Gracias a Dios. Eso y que, como otras muchas montañas, no tiene ninguna vía de acceso en la que no haya que trepar o valerse de las manos, cuando no escalar enganchado a la cuerda. Algunos la catalogan como la montaña más hermosa de los Pirineos, otros de su favorita. Lo que es evidente, por la perfección de sus formas y sus aristas desgajadas a su alrededor, es que no deja indiferente a nadie. No importa la vía que se elija para alcanzar su cumbre, ya sea la chimenea Ledormeur, la arista de los Geodésicos, la aritsa Sureste, el pitón Von Martin o cualquier otro trazado, el Palas no defrauda. Promete una buena cabalgada sobre sus grupas de roca que alzan sus aristas hasta la pirámide somital donde confluyen como patas de araña.

Chimenea Ledormeur

En la ocasión en que yo lo ascendí, la intención era surcar la arista Sureste que se precipita sobre los flancos del Balaitús, pero tras ascender desde La Sarra con todo el equipo de escalar y acampar a la espalda, y montar el campamento junto a los ibones de Arriel, la hora avanzada y una nube pertinaz que envolvía la montaña como un sudario nos hicieron cambiar el objetivo y asegurar la ascensión deslizándonos por la chimenea Ledormeur. Y sin lamentos, porque la trepada por esa escalera de piedra que desemboca en la arista que sube desde el pitón Von Martín da mucho juego para divertirse. Desde ahí seguimos la arista a la piedra cimera donde pasamos un buen rato de pic-nic aéreo al sol, una vez despejada la bruma, contemplando los lagos y montes que se diseminan a la redonda. El descenso por la chimenea puede destreparse pero llevando encima cuerda, arnés y demás ferretería, merece la pena rapelarlo por lo que pueda pasar. Ya sólo quedaba bajar la pedrera hasta el ibón superior y bordearlo hasta llegar a la tienda y un sabrosísimo cuscús obra del mejor cocinero del monte que me supo a gloria.

(Palas, 26 de septiembre de 2009)

Trepando por la chimenea

Arriel e ibones de Arremoulit desde la cima del Palas

Saliendo de la chimenea a la arista con el Arriel al fondo

Rapelando la chimenea


(c) Copyright del texto y de mis fotos: Joaquín Moncó

No hay comentarios:

Publicar un comentario