Jamás he estado en las Pribilof, esas islas del Mar de Bering hacia las que ponían proa en la maravillosa película El Mundo en sus Manos de Raoul Walsh. De momento me he quedado en la Alaska continental. Pero esa frase exclamada al frío viento del océano en el celuloide de 1952 siempre me ha sugerido las aventuras y emociones que, de alguna manera, intento encontrar en mis viajes.

martes, 21 de septiembre de 2010

GALAYEANDO (PEQUEÑO GALAYO, GREDOS)


Pequeño Galayo

En la vertiente sur de la sierra de Gredos, donde la cordillera se derrama sobre el valle del Tiétar, no sin dejar de ser la provincia de Ávila, una costura de puntas y lanzas rasga la placidez de las lomas y cordales. Bajando desde las alturas que unen la Mira con el puerto del Peón, el imponente cuchillar de los Galayos asaetea el cielo con dientes afilados. Mil y una agujas de granito verdoso que elevan sus flancos sobre el refugio Victory y la afamada Apretura para que los escaladores lancen sus cuerdas por cualquier resquicio.

Desde el enorme Gran Galayo que domina soberano las alturas del cordal junto con su hermano menor, pasando por la marea de riscos y puntas que descienden en desgajada sonrisa hacia el valle hasta el faro ineludible del altivo Torreón, foco que atrae todas las miradas y deseos con sus líneas verticales y provocadoras.

Escaladores en la cima del Torreón

Como es mejor acercarse con humildad ante esos solemnes caballeros rocosos, decidí acompañar a mis amigos, más duchos en estas artes de encaramarse por las paredes secas, a visitar el espigado Pequeño Galayo por su vía más asequible para pies y manos, la Sur de la Apretura, que en cuatro largos de IV grado como máximo nos colocaron en la antecima del monolito desde donde rapelamos y destrepamos el descenso.

Un día de nieblas, luz y soledad entre las columnas de la grandiosa catedral de los Galayos.

(Gredos, 19 de septiembre de 2010)

Escalando en el primer largo

Gran Galayo, Pequeño, Torreón y otras puntas con las primeras luces


(c) Copyright del texto y de las fotos: Joaquín Moncó

No hay comentarios:

Publicar un comentario