Jamás he estado en las Pribilof, esas islas del Mar de Bering hacia las que ponían proa en la maravillosa película El Mundo en sus Manos de Raoul Walsh. De momento me he quedado en la Alaska continental. Pero esa frase exclamada al frío viento del océano en el celuloide de 1952 siempre me ha sugerido las aventuras y emociones que, de alguna manera, intento encontrar en mis viajes.

jueves, 21 de julio de 2011

ENAMORAMIENTO (CHOLATSE, HIMALAYA, NEPAL)



Aunque las cabezas coronadas de oro de los ochomiles refulgen entre las nubes lanzando los rayos de su poder, hay en el Himalaya nepalí montañas que no alcanzan su estatura pero que enamoran a primera vista. La lista sería interminable para unos ojos ávidos de perfiles de roca, nieve y hielo como los míos, donde quiera que mire encuentro una joya. Pero remontando el valle de Gokyo hacia su cabecera donde el glaciar Ngozumpa, el más grande de Nepal, se derrama impetuoso en catedrales de cristal hasta convertirse en lagos turquesa y  donde la descomunal cara sur del Cho Oyu se alza infinita, encontré una montaña que me cautivó.

Cara norte del Cholatse desde el valle de Cho La

El monzón retrasado no daba tregua y los cielos eran nubes grises, brumas blancas y aguaceros imprevistos. Difícil conseguir una foto de alguna cumbre sin velos. Los gigantes se escondían detrás de las sábanas sucias y no había manera de ver su rostro por completo. Hasta que, subiendo al mirador sublime de Gokyo Ri, amaneció un día despejado que arrancó todas las sombras. Valle arriba, el Cho Oyu y sus satélites brillaban níveos al sol construyendo una barrera infranqueable hacia el Tibet. Al otro lado, a vuelo de pájaro sobre el collado del Cho La, que atravesaríamos después, y el vecino valle del Khumbu, la trilogía Everest-Lhotse-Nuptse reinaba imperturbable. En un rincón secreto asomaba la cumbre piramidal del Gran Negro, el Makalu, mientras que, valle abajo, se levantaban  las murallas fascinantes de varios seismiles, sueño de cualquier alpinista: Kusum Kangguru, Thamserku y Kangtega al fondo, y más cerca, las formas arrebatadoras del Tawoche y el Cholatse.

Y de todos éstos, el Cholatse fue el que me conquistó, con su arista de nieve imposible encaramándose hasta la cumbre, las cornisas vertiginosas y los seracs colgando sobre el abismo, las líneas puras que por todos sus flancos acaban confluyendo en el mismo punto. Un diamante perfecto de millones de kilates.

Cuando recorrí de bajada el valle del Cho La desde Dzonghla, la cara norte del Cholatse también quiso mantener su secreto entre nieblas y espirales de vapor pero finalmente pude enfrentarme a ella sin tapujos descubriendo una demoledora pared de roca y hielo. Como su otro perfil dislocado y casi irreconocible que me mostró desde el valle del Imja Khola.

Los 6440 metros del Cholatse también reciben el nombre de Jobo Lhaptshan y, en algunos mapas, incluso es llamado Arakam Tse, aunque aplicando equivocadamente el topónimo de Cholatse a una de las dos cumbres del Tawoche.

(Valles de Gokyo, Khumbu y Imja Khola, octubre de 2010)

Cholatse y Tawoche desde el valle de Gokyo
Tawoche y  Cholatse vistos desde el valle del Imja Khola
Cholatse desde Gokyo Ri





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FALLING IN LOVE (CHOLATSE, HYMALAYAS, NEPAL)

Although the golden crowned heads of the eight thousand peaks gold glow through the clouds casting their rays of  power, there are mountains in Nepalese Himalayas that do not reach their height but inspire love at first sight. The list is endless for eyes eager to profiles of rock, snow and ice like mine, wherever I look I find a jewel. But going up the Gokyo valley to its headwaters where Ngozumpa glacier, the largest in Nepal, flows impetuous in mighty cathedrals of glass to become turquoise lakes and where the massive south face of Cho Oyu rises infinite, I found a mountain that enthralled me.

The delayed monsoon gave no respite and the skies were grey clouds, white mists and unexpected downpours. Hard to get a photo of a summit without veils. Giants were hiding behind dirty linen and there was no way to see their face completely. Until, ascending to Gokyo Ri sublime viewpoint, it dawned a clear day that tore all the shadows away. Up the valley, Cho Oyu and its satellites shone snowy in the sun building an insurmountable barrier to Tibet. On the other side, as the crow flies over Cho La pass, which we would cross later, and the nearby Khumbu valley, Everest-Lhotse-Nuptse trilogy reigned undisturbed. In a secret corner loomed the pyramidal summit of the Grand Black, Makalu, while down the valley, rose the amazing walls of several six thousand peaks, a dream for any alpinist: Kusum Kangguru, Kangtega and Thamserku at the background and, closer, the captivating  forms of Tawoche and Cholatse.

And of all these, Cholatse captured me with its impossible snow ridge clambering to the summit, the vertiginous cornices and seracs hanging over the abyss, the clean lines on all sides that eventually converge at the same point. A perfect million carat diamond.

When walking down the Cho La valley from Dzonghla, the north face of Cholatse also wanted to keep its secret among mists and vapour swirls, but I finally was able to confront it openly discovering a devastating wall of rock and ice. Like its other dislocated and almost unrecognizable profile that it showed me from the Imja Khola valley.

Cholatse's 6440 meters are also called Jobo Lhaptshan and, on some maps, is even named Arakam Tse, although mistakenly applying Cholatse name to one of the two summits of Tawoche.


(Gokyo, Khumbu and Imja Khola valleys, October 2010)


(c) Copyright de las fotos y del texto: Joaquín Moncó

2 comentarios:

  1. Hombre Joaquín, que ilusión. No sabía que tuvieras un blog. Y menudo blog. Alucinante. Estaba buscando fotos del Nepal y he topado con las tuyas.
    Ala, hasta lueggg.

    David Ruiz (del viaje a Etiopía).

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  2. Hola David! A mí sí que me hace ilusión que hayas leído el blog y me hayas escrito. Ya ves que he puesto algunas cositas de Etiopía. Algo más irá apareciendo. A ver si podemos vernos en alguna quedada. Y a seguir corriendo por el monte!

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