Jamás he estado en las Pribilof, esas islas del Mar de Bering hacia las que ponían proa en la maravillosa película El Mundo en sus Manos de Raoul Walsh. De momento me he quedado en la Alaska continental. Pero esa frase exclamada al frío viento del océano en el celuloide de 1952 siempre me ha sugerido las aventuras y emociones que, de alguna manera, intento encontrar en mis viajes.

viernes, 29 de julio de 2011

LOS TRES GRANDES (MONTAÑAS SIMIEN, ETIOPÍA)

No son los Cinco Grandes, The Big Five, del game drive. Ni siquiera son cinco y mucho menos conocidos. Se ocultan en las agrestes tierras altas de Etiopía al norte del lago Tana, bajo la égida de Gondar, donde las verticales paredes y profundo abismos de las Montañas Simien alzan una fortaleza de roca y hierba, de nubes y nieblas, a veces incluso de nieve. No son los Cinco Grandes pero su encuentro también fue emocionante.

El papión gelada (Theropitecus gelada), leonado, con el corazón abierto, salió a mi encuentro el primero camino de Sankaber bostezando sus colmillos de sueño africano.


El íbice Walia o Walia ibex (Capra Waliae) agitó su mal humor por primera vez sobre una roca subiendo al pico Bwahit, mesándose su luenga barba,  blandiendo al cielo las dos cimitarras de acero afilado.


El lobo etíope o abisinio (Canis simensis), como una sombra dorada, cruzó su sendero con el mío hacia la cumbre del Inatie, un relámpago canela apenas perceptible entre las hierbas amarillas, otro sueño hecho realidad. Lobo extraño, casi zorro, casi coyote, casi inexistente, tan difícil de ver como un leopardo, esconde su piel rojiza en los altos de las montañas Simien y Bale ajeno al destino que le persigue sin tregua. 


Los tres me concedieron la gracia de contemplarlos. Los tres grandes de las Simien.

(Montañas Simien, abril de 2011)


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THE  BIG THREE  (SIMIEN MOUNTAINS, ETHIOPIA)

They are not the Big Five of game drive. They are not even five, let alone so renowned. They hide in the rugged Ethiopian highlands north of Lake Tana, under the aegis of Gondar, where the vertical walls and deep chasms of Simien Mountains rise up a fortress of rock and grass, clouds and mists, sometimes even snow . They are not the Big Five but their encounter was also so exciting.

The gelada baboon (Theropitecus gelada), like a lion, with an open heart, met me the first on my way to Sankaber yawning its fangs of African dream.
The Walia ibex (Capra Waliae) waved its bad temper for the first time on a rock while climbing to Bwahit peak, stroking its long beard, wielding to the sky the two sharp steel scimitars.

The Ethiopian or Abyssinian wolf (Canis simensis), as a golden shadow, crossed its path with mine to the summit of Inatie, a cinnamon lightning almost invisible in the yellow grass, another dream come true. Strange wolf, almost fox, coyote almost, almost nonexistent, so difficult to be seen as a leopard, it hides its reddish fur on the top of  Simien and Bale mountains unaware to the fate that pursues it relentlessly.

All three granted me the grace to behold them. The Big Three of the Simien.

(Simien Mountains, April 2011)




(c) Copyright del texto y de las fotos: Joaquín Moncó

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