Cara Sur del Curavacas con la Canal Sur en sombras |
En marzo de 2007, tras informarnos de las condiciones en la montaña palentina, a pesar de no estar siendo una temporada invernal con muy buenas condiciones, Antonio, Joserra y yo decidimos acercarnos al Curavacas para ver qué se podía hacer.
El viernes 9 salimos de Madrid por la tarde el coche de Joserra rumbo norte con destino al hermoso Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente del Cobre. Un maravilloso paraje de la montaña palentina que algunos se empeñan en destrozar y convulsionar a base de supuestamente rentables y necesarias estaciones de esquí y que los montañeros no sabemos aún cuánto tiempo podremos seguir disfrutando y conservando antes de que el acero, el cemento y la sinrazón se adueñen de él.
El viernes por la noche ya estábamos en nuestro destino. Las previsiones meteorológicas parecían cumplirse. Anticiclón y ni una nube en el cielo. Eso sí, como es propio de esa zona y de esas fechas, el frío apretaba de lo lindo. Noche estrellada y el universo entero girando sobre nuestras cabezas.
Como la actividad a realizar todavía estaba por decidir, dejamos el coche en el parking que se encuentra a medio camino entre Cardaño de Arriba y Cardaño de Abajo, a los pies de la arista este del Espigüete. Antonio y yo anhelábamos poder aprovechar el fin de semana al máximo y escalar una vía en el Curavacas el sábado y otra en el Espigüete el domingo, pero por desgracia Joserra tenía que regresar pronto el domingo a Madrid y parecía que no sería posible. Aún así, plantamos la tienda disimuladamente cerca del coche, sólo con el techo exterior, y pasamos la noche confortablemente en los sacos a la espera de ver cómo amanecía el sábado.
Como se esperaba, el día 10 nos levantamos aún de noche para comprobar que ni una sola nube osaba asomarse en el firmamento estrellado que nos cubría. Perfecto. Tras recoger las cosas y desayunar frugalmente nos acercamos en el coche hasta Vidrieros desde donde comenzaría la aproximación a la cara sur del Curavacas. Antonio y yo soñábamos secretamente con poder escalar la Diagonal, una hermosa línea que recorre el bastión noreste de la montaña, pero varios inconvenientes acechaban a esta ambición: por una lado, Joserra quería subir por la Canal Sur; por otro, parecía ser que, a pesar del buen aspecto general de la montaña, las condiciones de la Diagonal podían no ser las mejores, y finalmente, y lo que más pesaba en nuestra ponderación, la incertidumbre de si estaríamos preparados para meternos en esos berenjenales.
A medida que nos acercábamos a la pared sur del Curavacas, llegamos al consenso que lo más sensato sería dejar la Diagonal para otro momento y que ascenderíamos la montaña por la bonita Canal Sur, graduada de III, 2+. Poco a poco fuimos ganando altura hasta llegar a la base de la canal. Aunque éramos los primeros pronto vimos que más cordadas se aproximaban por detrás de nosotros con intención de ascender por esa misma vía. Cuando paramos a ponernos los crampones y el arnés ya nos alcanzaron. La verdad es que la capa de nieve era abundante, a pesar de ser cara sur, pero su consistencia no parecía muy buena. Así las cosas, y tras compartir algún caldito con la buena gente que se nos reunió, tiramos para arriba sin necesidad de sacar la cuerda.
La canal es bastante ancha al inicio, estrechándose al final que es donde se empina de manera decidida y donde pueden surgir las dificultades. Bregando con la nieve blanda y hundiéndonos más de la cuenta nos vamos turnando para hacer huella hasta que llegamos al estrechamiento entre dos espolones rocosos. Allí el hielo comienza a aflorar y la verticalidad aumenta, pero dada la condición de la nieve no es necesario encordarse y es suficiente con manejar bien los crampones y el piolet. La salida a la arista cimera es un poco penosa porque la acumulación de nieve hace que zozobremos en el manto blanco hasta que conseguimos salir de ese embudo.
Hundiéndonos en la nieve blanda a la salida de la canal |
Espectacular vista desde el final del corredor |
Una vez encaramados sobre la larga arista que recorre el lomo del Curavacas, conocida como la Meseta Inclinada, y que separa la Cumbre Este y principal del Pico Medio y la Cumbre Oeste, nos extasiamos con las vistas que se abren a ambos lados. Al sur sobre la depresión del embalse Camporredondo y al norte sobre el pozo del Curavacas, Peña Prieta y más allá los mágicos Picos de Europa. Al oeste, entre las dos cimas secundarias, asoma curiosa la mole del vecino Espigüete.
El Espigüete asoma entre el Pico Medio y la Cima Oeste del Curavacas |
Pozo del Curavacas con Peña Prieta y Picos de Europa al fondo |
En la cresta el viento sopla y el frío arrecia. Rápidamente nos abrigamos y, tras picar algo, partimos rumbo oeste para recorrer la cresta hasta el Pico Medio. El resto de cordadas que nos han seguido optan por ascender desde la brecha hasta la cumbre principal que se alza a la derecha. El recorrido por la arista es un fácil paseo con una vistas impresionantes acompañados por un día frío pero espectacular. En poco tiempo llegamos al Pico Medio al que accedemos con un flanqueo delicado sobre la cara sur. Desde allí puede observarse la Aguja del Pastel y las vías que se abren en ese flanco. La vista del Espigüete invernal es impactante. Renunciamos a alcanzar la Cumbre Oeste, al alcance de la mano, dado que el acceso no parece fácil y regresamos por la arista hasta la salida de la Canal Sur por la que hemos ascendido.
Curiosamente, la cuerda que no hemos tenido que sacar para subir por la Canal Sur tenemos que utilizarla ahora para llegar hasta la cima principal. Los tramos son sencillos, pero la placas de hielo y una caída muy mala hacia la vertiente norte hace aconsejable asegurar esos tramos con un largo de cuerda. Antonio se arranca de primero mientras yo le aseguro en la travesía de las placas y monta reunión en unas rocas seguras superado el tramo comprometido. Tras recuperar cuerdas, nos reunimos con él Joserra y yo. Desde ahí, llegamos a la cima en poco tiempo recorriendo un tramo aéreo y espectacular pero sencillo.
Dado lo avanzado del día, tras hacer cumbre, bajamos raudos hacia la Llana sin perder un momento de atención dada la inclinación y lo helado del tramo. Antes de embocar el Callejo Grande como ruta de descenso observamos a una cordada que en esos momentos está saliendo de la Diagonal. Mirándolos con sana envidia no prometemos hacer esa vía en otra ocasión. Las cuentas pendientes se acumulan... Descendemos por la ruta normal de ascenso al Curavacas trotando sobre la nieve blanda y en poco tiempo ya estamos deshaciendo el camino de aproximación que conduce de vuelta a Vidrieros y al coche. Una buena cena como recompensa nos esperaba en Camporredondo de Alba.
El domingo 11 volvió a amanecer sin una nube en el cielo y con unas condiciones magníficas para subir al Espigüete, pero por desgracia Joserra no podía eludir su compromiso en Madrid y, con todo el dolor de nuestro corazón, tuvimos que recoger todos los bártulos y poner rumbo sur dejando la hermosa montaña reflejándose como un espejo en el embalse con una simetría perfecta.
(Curavacas, 10 de marzo de 2007)
(c) Copyright del texto y de las fotos: Joaquín Moncó
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