Jamás he estado en las Pribilof, esas islas del Mar de Bering hacia las que ponían proa en la maravillosa película El Mundo en sus Manos de Raoul Walsh. De momento me he quedado en la Alaska continental. Pero esa frase exclamada al frío viento del océano en el celuloide de 1952 siempre me ha sugerido las aventuras y emociones que, de alguna manera, intento encontrar en mis viajes.

miércoles, 4 de agosto de 2010

POSTALES ALPINAS (I): GRAN PARADISO (4061 m)


Mis andanzas alpinas se remontan a los años en que aún la tecnología punta no había entrado en mi vida. La cámara de fotos digital de 3.2 megapixels (una antigualla que aún conservo para mis salidas montañeras donde hay poco lugar para pararse a hacer fotos) no formaba parte de mis trastos y todavía me colgaba del cuello o la muñeca una vetusta cámara compacta de carrete que me compré en Ceuta en tiempos remotos. Las fotos que conservo de mis viajes a los Alpes son estampitas de cartón que guardo en una caja de zapatos y nada que ver con jotapegés ni nada por el estilo, lo que implica una pereza considerable a la hora de transmutar esas fotografías tradicionales en archivos electrónicos susceptibles de aparecer en esta humilde página.

Pero armándome de valor y templanza he conseguido rescatar algunas del sueño de los justos y tamizarlas por el escáner para poder lucirlas con  todos sus defectos como botones de muestra de algunas de mis aventuras por el arco alpino.

Para empezar, un viaje a Italia.

Gran Paradiso desde la Croce di Rolley

Llegar de España a pie de montaña no fue fácil. Para hacerlo más divertido me fui en autobús desde Madrid con todos los trastos, con escala en Barcelona y destino Turín. De allí, un tren hasta Aosta y después un bus hasta Pont, en Valsavaranche. Ni me acuerdo de las horas que eché. Una auténtica odisea cargado como una mula.

Desde el camping de Pont, dicen que el más alto de Europa, tras un par jornadas de aclimatación por la zona, me encaminé hasta el refugio Vittorio Emmanuele por un cómodo sendero con la intención de ascender el Gran Paradiso, cuatromil enteramente en territorio italiano y que soñaba con que fuera mi primera cumbre por encima de esa cota. Ese año el calor apretaba en el Val d'Aosta, como en todos los Alpes, y la recesión glaciar era evidente. Buen trecho tuve que andar de noche sobre las rocas y la morrena hasta pisar el hielo resquebrajado de grietas. Tras alcanzar el collado y remontar la pala final me encontré con dos escaleras de mano bien ancladas como medio de salvar la rimaya excesivamente abierta. De ahí seguir las rampas a la rocosa parte cimera donde se encuentra la Madonna, aunque no sea el punto topográfico más alto, con un flanqueo muy aéreo sobre el Ghiacciao della Tribulazione asegurado por dos parabolts. El Ciarforon, Tresenta o Grivola escoltaban al monarca.

(Valsavaranche, verano de 2003)

Parte final de la ascensión al Gran Paradiso desde el collado

De regreso de la cima bajo las torres características


(c) Copyright del texto y de las fotos: Joaquín Moncó

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