Jamás he estado en las Pribilof, esas islas del Mar de Bering hacia las que ponían proa en la maravillosa película El Mundo en sus Manos de Raoul Walsh. De momento me he quedado en la Alaska continental. Pero esa frase exclamada al frío viento del océano en el celuloide de 1952 siempre me ha sugerido las aventuras y emociones que, de alguna manera, intento encontrar en mis viajes.

jueves, 2 de junio de 2011

POR LA PUERTA DE ATRÁS: CORREDOR ESTASEN AL ANETO


Corredor Estasen al Aneto desde el collado de Coronas

El Aneto hay que subirlo, si no todos los años, al menos de vez en cuando. Y podemos elegir una manera diferente de encarmarnos a su corona de monarca del Pirineo en cada intento. Ya sea por la vía normal de la Renclusa y los Portillones atravesando su cada vez más escuálido glaciar, con los esquíes en los pies desde Aigualluts, por el la hermosa vertiente de los ibones de Coronas y su collado, escalando el lomo erizado a algunas de sus aristas como la de Llosás o la enorme Salenques-Tempestades o, como elegí en los últimos coletazos de mayo, colarse por la puerta de atrás que abre el elegante corredor Estasen.

Aunque el verano amenaza en las tierras bajas y el mercurio ya flirtea de manera habitual con las marcas altas del termómetro, en el país de la montaña la primavera campa aún a su antojo paseando sus flores y su verdor por los valles y  lomas. Y en el reino de las alturas, cerca delos 3000 metros, el invierno aún se agarra con dedos fieros a las rocas. Los lagos siguen convertidos en piedra mientras que la nieve aún se acumula en los collados aguardando a que le llegue su hora. El Estasen luce magnífico todavía en esas fechas e invita a escalarlo hasta la misma cruz del Aneto. 

Flanqueado a su derecha por la quebrada arista de Llosás, el corredor se desliza zizagueando en una amplia pala nevada que paso a paso nos acaba izando a la espalda del rey, terminando en un colladito nevado sobre la arista. Para animar la jornada, tomamos una variante más estrecha y empinada que se encarama junto a la aguja Daviu y que alguien bautizó como Petit Black. Desde su salida, un paseo vertiginoso sobre el final de la cresta nevada y una trepada a cuatro manos nos lleva a la cima del Aneto bajo unas nubes cada vez más oscuras y ominosas. Ya sólo queda cruzar el puente insólito que forma el Paso de Mahoma y alcanzar el collado de Coronas para regresar a los cuarteles. Como despedida, el cielo se abre en el descenso regalándonos rayos, truenos y espesas gotas de lluvia.

(Pirineos, Aneto, 21 de mayo de 2011) 

Aneto desde los ibones de Coronas
Subiendo por el corredor
A caballo de la arista a la salida del Petit Black
Terminando la arista de Llosás camino de la cima


(c) Copyright del texto y de mis fotos: Joaquín Moncó

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