Parte somital del Tacul |
En la famosa ruta de los cuatromiles al Mont Blanc el primer escalón es el Mont Blanc de Tacul. Quizás un poco minusvalorado por su fácil acceso desde la estación de teleférico de la Aiguille du Midi y desde el refugio de los Cósmicos, lo cierto es que esta montaña del valle de Chamonix, satélite del gran jefe de todos los Alpes, merece una visita. Ya no sólo por sus célebres vías de roca, Capucines y demás, o las finas líneas de hielo que decoran toda la pared, incluido el estético couloir Gervasutti o el Triangle du Tacul, sino también por su ruta normal a la cumbre que coincide hasta el collado con la normal al Mont Blanc por ese lado.
Como aclimatación para emprender después la mayor empresa del gran monarca, como consolación si el Mont Blanc no se deja meter mano, o como una excelente cumbre en sí misma, el Tacul ofrece una ruta fácil y rápida pero sin olvidar que nos movemos en terreno alpino y que no deja de ser una grand course. Conocimientos y cierta experiencia en estas lides son obligadas. Y la principal carácterística del Mont Blanc de Tacul son los amenzadores seracs que cuelgan sobre la vertiente que se derrumba sobre el collado y por donde precisamente surca su camino la ruta. Dependiendo del año y de las condiciones, el riesgo es más o menos evidente aunque el peligro siempre está ahí. También varían las dificultades de las vía a la hora de sortear los seracs.
En todo caso, la cima recompensa el esfuerzo y sirve de trampolín para seguir subiendo más y más por esa línea agotadora que supera los collados del Tacul, del Maudit y de la Brenva para desembocar en lo más alto que se puede subir en el arco alpino.
(Valle de Chamonix, verano de 2004)
(c) Copyright del texto y de las fotos: Joaquín Moncó
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