Jamás he estado en las Pribilof, esas islas del Mar de Bering hacia las que ponían proa en la maravillosa película El Mundo en sus Manos de Raoul Walsh. De momento me he quedado en la Alaska continental. Pero esa frase exclamada al frío viento del océano en el celuloide de 1952 siempre me ha sugerido las aventuras y emociones que, de alguna manera, intento encontrar en mis viajes.

miércoles, 7 de julio de 2010

ELIXIR DE LA SUERTE: PEÑA UBIÑA


Cara Noroeste de peña Ubiña

Aprovechando un fin de semana de anticiclón y cielos despejados, Emilio y servidor nos acercamos a la frontera leonesa-asturiana con el fin de escalar el corredor Elixir de la Suerte que recorre la cara Noroeste de la montaña.

Tras llegar el viernes a San Emiliano nos cenamos unos huevos con patatas y chorizo/picadillo así como el que no quiere la cosa y nos desplazamos hasta Torrebarrio para buscar un sitio donde aparcar el coche y pasar la noche. Pese a que un paisano de buen corazón nos ofreció su pajar para guarecernos del fresquete nocturno, el riesgo de ataques de garrapatas como conejos, el fuerte aroma a res y las voces de una vaca pariendo un tierno ternerillo nos decidieron por buscar cobijo en otros páramos. Finalmente conseguimos encontrar la pista de cemento que sube a pico hasta la iglesia del pueblo y allí junto a sus muros dormimos como lirones.

A las cinco y media sonó el despertador y poco más tarde de las seis y media ya estábamos pateando la pista que sube hacia el collado de Llandanay bajo un cielo estrellado sin nubes a la vista ni moros en la costa cantábrica. A mitad de pista ya encontramos nieve durita pero bordeando se podía continuar por firme de tierra. Desde el collado de Llandanay cogimos el desvío a la izquierda dejando a la derecha la pista que sube hasta el collado del Ronzón entre Peña Ubiña y su hermana pequeña. Rodeando el imponente espolón oeste nos plantamos en poco tiempo, aprovechando la nieve consistente, en la loma que baja directa de la cara Noroeste y que siguiéndola emboca la entrada del corredor. Tras ataviarnos con el disfraz de alpinista nos aproximamos a la base del corredor donde coincidimos con un asturiano que en solitario iba a intentar el corredor de la Aguja, aunque dudaba de que estuviera en condiciones. Mucha nieve pero no muy transformada ya que no le da el sol a esa cara en todo el día. Tampoco se veía a muchas cordadas por la zona.

Le echamos unas horas en recorrer la vía y sin que nos llegara a rozar el sol en todo el tiempo hasta que salimos a la arista cimera. La nieve estaba desigual, a ratos costra, a ratos blanda, a ratos más dura. Hasta la travesía tiramos a largos con algunos resaltes de hielo. Después hicimos la travesía desencordados con más patio que el de mi casa (que es particular) y continuamos por el corredor de salida hasta la arista abriendo huella porque nadie había subido por allí recientemente. Desde ahí, con el solete, recorrimos al cresta hasta la cima donde nos juntamos con otras cordadas. Después de vuelta por la arista y para abajo por una canal repleta de nieve blanda donde el sol pegaba a sus anchas. En breve nos deshicimos de la chatarra, el casco y la ropa para descender en camiseta hasta el pueblo enlazando con la pista que baja por el collado de Llandanay.

Tras cambiarnos en San Emiliano nos esperaba esta vez un filete con patatas y pimientos al que no dimos opción aunque nos lo pidiera de rodillas.

(Peña Ubiña, 21 de febrero de 2009)

En el comienzo del corredor

Con los Fontanes al fondo


Encordados


Terminando las últimas gotas de Elixir

Salida del corredor a la sombra

Arista cimera ya al sol

Espolón oeste desde la arista






(c) Copyright del texto y de las fotos: Joaquín Moncó

No hay comentarios:

Publicar un comentario